Si todavía no has oído hablar de ella, tienes que conocer la focaccia. La razón principal para ello es muy simple. Podría convertirse en tu nuevo bocado favorito de la, por otro lado, atractiva gastronomía italiana. Seguro que ya se ha despertado tu interés, y es que es lógico, pues si hablamos de la cocina del país transalpino lo estamos haciendo acerca de una de las más apetitosas, variadas y popular del planeta entero. No hay prácticamente nadie a quien no le apetezca en algún momento un buen plato de pasta o una pizza.
Pero la cocina italiana es mucho más que eso. Y aquí estamos a punto de desvelarte uno de esos pequeños “secretos” o joyas culinarias relativamente desconocidas que harán que, una vez que los conozcas y pruebes, tu vida no vuelva a ser la misma. Eso sí, te aseguramos que va a entrar hambre conforme vayas sabiendo más. De momento, ponte cómodo y disponte a acompañarnos en este viaje para conocer la historia de la focaccia y sus múltiples posibilidades en la cocina.
La focaccia, a la que podríamos definir como una especie de pan de poca altura aderezado de forma básica con aceite de oliva, sal y algunas especias, tiene una larga historia. Los especialistas atribuyen a los etruscos, un pueblo asimilado a la civilización romana en lo que hoy sería la región italiana de la Toscana. Ahí ya comenzó a comerse este pan hecho en fogón, de donde proviene su nombre. Durante el Renacimiento, se hizo popular especialmente en la zona de la Liguria, cuya capital es Génova. Por eso, el tipo de focaccia fundamental, la del pan con aceite y sal, es la focaccia a la genovesa.
¿Focaccia con salsa de tomate Helios? ¡Espectacular!
Con la emigración italiana por todo el mundo, especialmente a los Estados Unidos de América, la focaccia se hizo famosa de manera internacional. Fue un fenómeno parecido al de otros platos italianos clásicos, como la pasta o la pizza. Hoy en día, es fácil encontrar algún lugar que pueda ofrecernos una buena muestra de este pan en cualquier parte del mundo. Los tipos de focaccia más apreciados siguen siendo, eso sí, los de su país de origen, con sus distintas variantes regionales.
Además de la de tipo genovés, tenemos otras importantes como la de la zona de Bari, en la que el pan se adereza con tomatitos, aceitunas y orégano. La del Véneto, que suele ser endulzada con azúcar, la de Messina, en el sur, que puede llevar anchoas, y otras con ingredientes populares como la cebolla, el romero, las patatas o distintos tipos de queso, materia prima en la que Italia goza de tanta variedad. Pero sin duda, hay un complemento que le va que ni pintado a tu focaccia casera. ¿Has adivinado ya cuál?
¡Exacto! Nuestra salsa de tomate, a la que seguro que ya conoces bien. Con ella podrás hacer tu focaccia más personal, uniendo elementos tan tradicional como la propia base, el pan, con un clásico de la gastronomía italiana, y podríamos decir que mediterránea en general, como es la salsa de tomate. La nuestra: hecha con la materia prima más natural, los mejores tomates de las huertas de Andalucía y Extremadura con todo el sabor desde el origen. ¡Con ella, tienes asegurado el toque maestro que le faltaba a tu focaccia!