La historia detrás del “pan tumaca”

Seguro que eres fan del pan tumaca. ¿Y cómo no serlo?, puede que te preguntes. Es cierto, lo más fácil del mundo es dejarte seducir por esta combinación de materia prima tan nuestra. La mezcla, a poco que lo pensemos, es infalible. Primero, algo tan básico en la historia de la humanidad como es el pan, probablemente el alimento más indispensable de todos cuantos se nos vienen a la cabeza. Después, el tomate, que es también una de las señas de identidad de nuestra gastronomía mediterránea. Por si fuera poco, el aceite de oliva, nuestro oro líquido. Y complementos optativos como el ajo y la sal.

Pocas cosas más imbatibles que un buen desayuno con unas tostadas con tomate. Parece que llevásemos empezando el día desde siempre. Y, en realidad, es un poco verdad, ya que la primera vez que lo probamos se pierde en nuestra memoria. Tanto el pan como el tomate, el aceite de oliva, el ajo y la sal han estado en nuestras vidas desde tiempos inmemoriales. Casi podría decirse que son parte de nosotros y que no entenderíamos muchos de los mejores momentos, especialmente al inicio de la jornada, sin ellos.

Sin embargo, ni el pan tumaca está destinado solo al momento del desayuno, ni su historia debería sernos tan desconocida. Lo primero, hablemos de qué hay detrás de esa expresión en castellano. Pues “pan tumaca” es la adaptación a nuestro idioma del catalán “pa amb tomàquet”. Efectivamente, para encontrar el origen de esta sabrosa combinación de elementos tenemos que viajar hasta la costa mediterránea, especialmente a Cataluña, Valencia, Baleares y Murcia, donde el pan con tomate es toda una institución.

El mejor pan tumaca, con Helios

Aunque el ser humano combina el pan con distintos ingredientes desde siempre, parece ser que la primera referencia escrita sobre el pan con tomate la encontramos en el siglo XIX, concretamente en el año 1884. Era costumbre, entre los labradores de la zona de la costa del mar Mediterráneo, untar tomate en rebanadas de pan con el fin de que este no estuviera demasiado duro y añadirle un poco de aceite de oliva. Sin embargo, también hay otras teorías que sitúan el origen de esta tradición en la emigración a Cataluña desde Murcia, tierra rica en esta hortaliza y considerada como una de las grandes huertas de toda Europa.

La historia del pan con tomate es también la de la llegada de este fruto a Europa. Lo hizo procedente del continente americano, puesto que en el nuestro no se conocía, a partir del siglo XVI. Se hizo especialmente popular en España y en Italia. Allí gustó tanto que recibió el nombre de “pomodoro”, que podemos traducir como “la manzana de oro”. En realidad, el nombre que utilizamos aquí, el de tomate, proviene de la lengua náhuatl, hablada por los pobladores de lo que hoy es México y que hacía referencia a la gran cantidad de agua que atesora este fruto.

Pero lo más importante es el aquí y el ahora. Y eso quiere decir que podemos gozar del enorme privilegio que es despertarnos y comenzar el día con un buen bocado de este manjar que es el pan con tomate. ¿Y cuál es la mejor forma de hacerlo? Sin duda, con Helios. Más concretamente, con nuestro tomate para untar con aceite de oliva virgen extra. Está hecho con los tomates más naturales de los campos extremeños y andaluces, con todo el cuidado del mundo para que tú solo tengas que chuparte los dedos mientras se abre ante ti una nueva jornada llena de posibilidades. ¡A por ella!

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