Prepárate para gozar de lo lindo con una receta de salmorejo que se convertirá en un favorito imbatible en tu casa. Porque además, lo sabemos bien, el salmorejo es uno de esos ejemplos que representan como pocos el orgullo que debemos sentir por nuestra gastronomía. Y es que pocas veces en un solo plato se juntan tantas virtudes que hablen por sí mismas de nuestra cocina y, en el fondo, de nuestro carácter. Bienvenidos al maravilloso y delicioso mundo del salmorejo.
Para rastrear la historia del salmorejo nos tenemos que remontar varios siglos hacia atrás. El tomate, uno de los ingredientes fundamentales del salmorejo, tiene su origen en el continente americano, como es sabido. Y su uso y popularidad no se extiende en Europa, principalmente a través de nuestro país, hasta entrado el siglo XV. Pero antes de eso, antes de que el salmorejo tuviera su característico color rojo con el que lo conocemos hoy, ya se consumía de una forma parecida a la actual.
Y es que el rastro se pierde en el tiempo cuando se trata de averiguar desde cuándo en la zona de Andalucía se comía un salmorejo de color blanco, que era el resultado de moler o majar la miga de pan con aceite de oliva, ajo y sal. Triturar la comida en un mortero es una costumbre ancestral que tiene como objetivo hacer que esta tenga una mejor digestión en nuestro organismo. Y huelga decir que tanto el pan como el aceite, el ajo, la sal y posteriormente el tomate son alimentos que forman parte indisoluble de la dieta mediterránea.
Una receta de salmorejo para chuparse los dedos
El salmorejo es un plato que también nos quiere hablar de nuestra climatología. Aunque en gran parte de nuestro país los inviernos son fríos y los veranos en algunas zonas del norte frescos, en buena parte de nuestra geografía el calor del verano es riguroso. La palabra “salmorejo”, por cierto, viene de una técnica de marinar de alimentos en sal, aceite y vinagre. Se trata también de una cocina de aprovechamiento con ingredientes básicos del entorno agrícola, tan rico en España. Y es con esos alimentos procedentes del mejor origen natural con los que podemos disfrutar de nuestro propio salmorejo.
Seguir la receta del salmorejo perfecto es muy fácil. Solo necesitamos tomate triturado Helios, pan con bastante miga, aceite de oliva, ajo, sal, un huevo cocido y unos pequeños tacos de jamón serrano. Como ves, todo de lo más nuestro, natural y sencillo. Solo tenemos que juntar el tomate triturado (te recomendamos el de la especialidad Raf por su calidad) con la miga de pan, el aceite de oliva, el ajo y la sal en la batidora y obtener una crema con una textura espesa. Vigilamos que el punto de sal haya quedado bien y guardamos el resultado unas horas en la nevera.
Para servirlo, podemos sacarlo unos minutos antes de la nevera para que el frío no le reste sabor. Aquí llega el momento del emplatado, para el que solo necesitamos un cuenco, aunque también valen platos hondos o incluso vasos. Y el toque final, con el huevo cocido troceado y los taquitos de jamón serrano esparcidos por encima de la crema. En un abrir y cerrar de ojos, ya tenemos nuestro salmorejo. Rápido, delicioso, nutritivo y con los ingredientes más naturales desde el origen.