Si te decimos las palabras Valle del Jerte puede que así de entrada no te suene el nombre o no sepas ubicarlo. Pero, si te hablamos de un enclave donde se cultivan algunos de los mejores productos del país, de un paisaje incomparable, de monte, pueblos con personalidad y visitas culturales, seguro que el interés crece de inmediato.
Porque, para Helios, el Valle del Jerte significa origen. Un lugar privilegiado sinónimo de cultivo local, de productos 100% naturales que conforman la base de nuestra mermelada extra de higo verde o la siempre sorprendente mermelada extra de mora. Porque los mejores productos solo se consiguen con la mejor materia prima.
Valle del Jerte: materia primera desde el origen
El primer punto es situarlo. El Valle del Jerte es una comarca natural situada en el norte de la comunidad autónoma de Extremadura; más concretamente, en la provincia de Cáceres. Lo forman once municipios que suman juntos unos diez mil habitantes, aunque el más grande, Cabezuela del Valle, tiene poco más de dos mil. La principal ciudad más cercana al valle es Plasencia.
Este valle es un paraíso natural con numerosas hectáreas destinadas al cultivo de frutas y hortalizas de la mejor calidad. Porque solo una tierra tan rica puede dar unos resultados óptimos. Son muy famosos sus cerezales, que florecen durante el mes de marzo y ofrecen un espectáculo único; hay incluso una fiesta para la ocasión. Pocas expresiones naturales son capaces de transmitir tanta belleza.
Cuidar del origen resulta fundamental, por eso desde el Valle del Jerte proceden los higos verdes y las moras con las que trabajamos algunos de nuestros productos. Cada tarro de mermelada de higos de Helios contiene ocho unidades; cada tarro de mermelada de moras, 84. Y, siempre, garantizando la ausencia de colorantes o conservadores. Para poder ofrecerte la experiencia más natural posible. Son productos trabajados con el mayor de los cariños por los profesionales agrícolas de la zona.
¿Y sabes además que los higos son un complemento perfecto para cualquier plato imaginativo? ¿Un ejemplo? Estas minipizzas de mermelada de higo extra y jamón serrano. ¡Para chuparse los dedos!
¿Y qué podemos hacer si visitamos el valle?
Una de las opciones que ofrece el Jerte es el senderismo. Hay distintas rutas, como la Garganta de las Nogaledas, con cascadas y saltos de agua, o la Ruta a los Castaños Milenarios. Podemos también aprovechar las magníficas vistas de miradores como el del Puerto de Tornavacas, el de San Felipe o el Mirador del Balcón del Valle.
¿Y quién dijo que no era posible pegarnos un buen baño en el interior de la península? Bien conocidas entre quien las ha visitado son las piscinas naturales del Valle del Jerte: muy bien acondicionadas y con unas vistas sencillamente espectaculares. Especialmente recomendadas si aprieta el calor.
Cultura hay, y mucha, para disfrutar en la zona. Uno de los miradores, el llamado “de la Memoria”, ubicado en la localidad de El Torno, tiene un conjunto escultórico que apareció en el documental ganador del Goya “El silencio de los otros”. El Museo de la Cereza, en Cabezuela del Valle, es una oportunidad excepcional para conocer de primera mano los secretos de un fruto importante en el valle al que el río Jerte da su nombre.
Si tanto viaje, o tanto descanso, te ha dado hambre, tienes que saber que en el Valle del Jerte es fácil contentar el estómago y el paladar. Si te va la carne, prueba la caldereta o el picadillo de cabra. Para opción de pescado, la trucha jerteña. Y por supuesto, migas con pimentón, patatas “revolcás” o ensalada con naranjas. Garbanzos, morcillas y vino son también protagonistas principales de su gastronomía.
Alojarnos en el valle del Jerte es fácil, especialmente si pensamos en una escapada a una casa rural, aunque también la mencionada Plasencia es buen lugar como centro de operaciones, pues solo se encuentra a unos veinte minutos en coche de este maravilloso entorno natural.